Por Juan Carlos Luna
En la ciudad de Dallas, Texas, se llevó a cabo un concierto de uno de los populares grupos del género musical K-Pop, de moda entre la juventud actualmente. Estos grupos de K-Pop son jóvenes coreanos que han llevado su talento a niveles inimaginables, llegando a hacer que, especialmente las jovencitas, hagan de tres a cinco días de fila para lograr un buen lugar en sus conciertos, algo impensable hasta el día de hoy (o por lo menos para mí).
Resulta ser que —me cuentan unas jovencitas que asistieron al concierto— decidieron, literalmente, acampar a las afueras del lugar donde se llevaría a cabo el evento, ya que en las redes sociales se informaba, respecto a la gira llevada a cabo por el grupo, de ingresos caóticos sin importar que en ocasiones había personas haciendo fila desde hace varios días, solo para verse con la noticia de que, al momento de abrir las puertas, las hordas de jóvenes desesperados se abalanzaban sobre los ingresos, perdiendo el supuesto orden.
Resulta ser que, ante tan desalentadoras noticas, un grupo de jóvenes decidieron hacer un listado con los nombres de cada persona que estaba formando la fila ordenadamente y entregarles un brazalete con el número que les correspondiera según la lista. De esa forma surgió lo que Friedrich Von Hayek llamaría el “orden espontáneo”: las personas de forma libre, viendo la necesidad de un bien común, se organizan sin coacción alguna para lograr un fin particular: tener el mejor lugar dentro del concierto. Ese mejor lugar sería premiado por el esfuerzo y la inversión de tiempo que cada persona hizo para llegar desde muy temprano y desde días antes. Sin embargo, como lo mencionó también el gran Hayek: “En un orden espontáneo no pueden evitarse las frustraciones inmerecidas”.
Comentan nuestras heroínas que, con cada minuto que se acercaba la hora del ingreso, las ansias se apoderaban de los presentes dado que cada vez había más personas, eso siendo aún muy de madrugada. Hasta que lo predecible e inevitable sucedió al momento de autorizar el ingreso: los jóvenes corrieron en desbandada hacia las puertas, con pretensiones de irrespetar el método acordado, creando el caos, la desesperanza y el desconsuelo entre la gran mayoría de las personas que habían guardado un orden y una compostura racional durante todo el tiempo que precedió a la abertura de puertas.
Sin embargo, el grupo de personas que organizó la lista se abocó con las autoridades del auditorio y mostró la lista, confirmando la actitud de algunos de los asistentes al concierto, decidiendo honrar la compostura, el orden y la civilización del grupo, dándole ingreso prioritario a todos ellos. El concierto se desarrolló de manera normal y al parecer una gran mayoría lo disfrutó.
“La libertad es una construcción de civilización, que ha liberado al hombre de los obstáculos de un pequeño grupo y de sus humores momentáneos… Lo que hizo posible la libertad fue la gradual evolución de la disciplina de la civilización que es al mismo tiempo la disciplina de la libertad”.
Una lección para Guatemala por un grupo de jovencitas. Espero que podamos aprender algo.
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