En su libro El Principito, Antoine de Saint-Exupéry cuenta la historia de un pequeño príncipe que realiza un viaje por el universo en el descubre la forma en que los adultos ven la vida. El Principito decide hacer ese viaje con una flor, su rosa, aun cuando la relación entre él y ella resulta lo que hoy en día llamaríamos “toxica”; sin embargo, sabedor de su responsabilidad, el Principito decide cuidarla con amor y protegiéndola de cualquier situación que pudiese dañarla.
El mensaje es claro: El Principito acepta la responsabilidad de su decisión, aun teniendo la rosa un comportamiento “pasivo-agresivo”. Aunque él muestra un evidente desánimo y disconformidad con el actuar de su flor —“Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria”, se llega a decir—, siguió adelante con ella y con la responsabilidad previamente asumida.
La responsabilidad es un valor que se ha perdido en estos días. Pueden ser muchas las causas: por comodidad, por ignorancia o incluso por temor, pues, dicho sea de paso, esta última causa es la más valedera en una sociedad como la guatemalteca. Nos han programado para no ser lo suficientemente buenos como para responsabilizarnos de nuestra propia vida, de nuestra familia y, en resumen, de nuestro propio destino como sociedad.
Tal suerte tenemos que hemos sido víctimas de experimentos, cortesía de ingenieros sociales que han buscado organizar nuestra vida con base en ideas elaboradas en una sala de reuniones de las Naciones Unidas o en cualquier otro parasitario organismo internacional. Y en este caso me refiero específicamente a la CICIG: un invento sacado de un cuento de terror construido bajo la triste idea de que “como no podemos cuidarnos solos, es mejor que alguien nos cuide desde afuera”; palabras más, palabras menos, dichas por el non grato recordado exvicepresidente de la República, Eduardo Stein.
Esos experimentos nos han hecho perder la confianza en la libertad; esa libertad que nos permite hacer lo que deseamos siempre y cuando seamos responsables de las consecuencias de nuestros actos, sean estos buenos o malos. La libertad que nos permite crear el camino que queremos para nosotros mismos y nuestros seres queridos; el camino para alcanzar nuestra propia felicidad.
No podemos dejar de mencionar en este tema al Cid Campeador de la libertad, F. A. Von Hayek, que en el capítulo 5 titulado “Responsabilidad y libertad” de su libro Los fundamentos de la libertad desarrolla lo siguiente: “La Libertad no solo significa que el individuo tiene la oportunidad y responsabilidad de elección, sino también que debe soportar las consecuencias de sus acciones y recibir alabanzas o censuras por ellas. La libertad y la responsabilidad son inseparables”.
No lo vemos, pero la libertad es un bien que se pierde paso a paso, poco a poco. Vimos ahora durante la pandemia cómo eliminaron uno a uno nuestros derechos en beneficio de una colectividad. Y al crisol de la realidad y la evidencia únicamente podemos ver que solo unos se beneficiaron a expensas de otros.
El Principito, al finalizar su viaje, se da cuenta de que los adultos viven una vida muy compleja, preocupándose de situaciones diversas que no le permiten vivir el día a día de forma feliz y sencilla. Y es que la felicidad se encuentra en saber que tenemos en nuestras manos el milagro de crear, producir y compartir el fruto de lo que hemos logrado, conviviendo en paz, armonía y responsabilidad.
Pienso que el deterioro de nuestro actual sistema, en parte ha sido debido a la actitud que en determinado momento hemos tenido, en confiar en que alguien mas resolverá los problemas sociales que vivimos, en ese sentido, hemos cedido parte de nuestra libertad a individuos que realmente solo se interesan en beneficios propios.
Realmente estamos viviendo en un.pais donde se unde poco a poco y no nos damos cuenta de ello y si nos dieramos cuenta tampoco movemos un dedo para cambiarlo porque estamos acostumbrados de que otros lo hagan y asi se vuelve un ciclo vicioso donde queremos que otros lo hagan por nosotros. O solo velamos por nuestros intereses no por el bien comun. Porque nos an acostumbrado a que todo sea regalado y no ganado, cuando aprendamos a sacrificarnos y ser resposables daremos un paso de gigante hacia el desarrollo.
Todos somos libres en tomar decisiones para nuestra propia vida teniendo estas consecuencias buenas o malas, pro consecuencia todos nuestros actos vendrán de la mano de un acto de responsabilidad. Dependerá de nosotros mismos si queremos afrontarla o no, esta misma situación pasa diariamente en la vida de todas las personas, siendo estas más notorias en personas que pretender ayudar al país y no afrontar la realidad de las cosas.
La libertad y la responsabilidad, temas que de cualquier manera se llegan a confundir, que por estar concentrados en realizas una cosa no se hace la otra, cuando lo que deberíamos de saber y realizar Esque estos dos temas se trabajan entre sí, así mismo se menciona que en la pandemia nos quitaron muchos derechos, es así como los adulto nos complicamos la vida en realizar de una manera la libertad y de la responsabilidad de nuestras acciones. Pues siempre una acción tienen consecuencias y otra no.
El tema de libertad y responsabilidad es un hecho interesante, una sin otra caería en imprudencia y puede ser peligrosa, pero desafortunadamente el poseer ambas no es posible para todos, especialmente nuestros líderes, aunque ellos son quienes más deberían de poseer estas virtudes, nos queda ser nosotros libres responsable ente para sumar y no restar en el mundo.