Por Juan Carlos Luna
Hace un par de semanas escuché la entrevista que el licenciado Roberto Villate, en su programa “Piénselo” del medio TVGT, le hizo al señor Aron Rodas, mejor conocido en el mundo de las redes sociales como “el tapa huecos”.
La entrevista me dejó pensando en la relación que tiene, en este caso, la vida del señor Aron Rodas con los principios del capitalismo. No quiere decir que el caso del señor Rodas sea único, sino al contrario: sé que en Guatemala sobran ejemplos de visión, motivación, esfuerzo y trabajo duro.
Don Aron un día tuvo que llevar a su señora madre a una cita médica, pero resulta que un hoyo en plena carretera le rompió dos llantas de su carro (sólo imagínese que a usted le pasara, cómo se pondría). La pobre señora tuvo que quedarse esperando en el carro mientras que él conseguía dos llantas de repuesto. Y obviamente perdieron la cita médica de ese día.
Luego de ese incidente don Aron no pudo dejar de pensar en el hoyo que le impidió llegar a su destino; por lo que, desde ese día y sin que nadie se lo pidiera (aunque la necesidad era más que evidente), se dispuso a tapar los hoyos que encontraba en su camino.
Vemos entonces que de su historia podemos tomar los dos principales disparadores del capitalismo: el eterno estado de insatisfacción —que es lo que obliga a un individuo a actuar para cambiar su realidad— y la propia acción humana, que es el único motor de desarrollo y lo único que literalmente impulsa cambios positivos para uno mismo; y como consecuencia lógica, para el resto de la población, pero sin que sea este último el verdadero motivante.
Vemos entonces que el capitalismo no sólo beneficia a un individuo, sino a toda la sociedad que le rodea: desde el primer hueco que don Aron decidió tapar para no volver a pasar por una experiencia desagradable, ya hubo otras personas beneficiadas.
Don Aron comenta que le envían mensajes por diferentes medios solicitándole que vaya a tapar huecos que le muestran en diferentes municipios, lo cual en capitalismo equivaldría a un “éxito comercial”: su labor en la comunidad ha sido reconocida; por lo tanto, se ha creado una demanda de sus servicios; y su comunidad (sus “clientes”) le pide que sea él quien siga satisfaciendo esa necesidad específica.
Y es que, de hecho, como resultado de su iniciativa, otras personas también se han dedicado a replicar su acción y, por lo tanto, ahora también están tapando huecos. Acá podemos apreciar lo que Friedrich A. Hayek llamaría “la imitación del éxito”. En el comercio, las personas tienden a copiar las actividades exitosas con el único fin de también beneficiarse ellos mismos. Pero no pasemos por alto que con esto también se beneficia el consumidor porque tendrá más opciones de un mismo producto, bien o servicio.
Un nuevo “competidor” siempre trae consigo el beneficio extra de la innovación. Cada competidor por lo general trata de distinguir su propio producto, bien o servicio del resto de sus competidores ya existentes en el mercado. Y generalmente esta distinción casi siempre se ve reflejada en lo que todos los consumidores deseamos y queremos más en cualquier tipo de mercado: precios más bajos.
El ejemplo del señor Aron Rodas también nos enseña lo siguiente: que ante la ineficacia del Estado para resolver las necesidades de los individuos, siempre existirá alguien que preste un mejor servicio a un menor precio; y esto solamente pueden ofrecerlo los entes privados. ¿Por qué? Pues por la teoría de la elección racional, la cual nos dice que un individuo siempre buscará —solo o en compañía— maximizar sus recursos y minimizar sus costos y riesgos.
Don Aron también comenta que recibe ayuda por parte de las personas: le han ayudado con materiales, con dinero y hasta con maquinaria. A esto, en materia económica, se le llama cooperación social y orden espontáneo (para los que no creen en la mano invisible).
Finalmente, la enseñanza más grande que nos deja don Aron Rodas es demostrar que la presencia del Estado en muchos casos es completamente innecesaria; que el individuo, cooperando mutuamente de forma libre y valiéndose de su creatividad, siempre podrá encontrar los mejores medios y herramientas para satisfacer sus propias necesidades y, de paso, también las de los demás. A esto en la escuela austriaca de economía se le llama praxeología.
Como siempre he dicho: el Estado no es la solución. Y de hecho, muchas veces es el problema (o incluso el grandísimo problema).
Este artículo destaca la historia de Aron Rodas, conocido como "el tapa huecos," como ejemplo del espíritu capitalista, impulsado por la insatisfacción personal y el esfuerzo individual. La iniciativa de Rodas ilustra cómo una acción independiente puede beneficiar a toda una comunidad, al igual que en el mercado, donde el éxito de una persona puede inspirar a otros y crear competencia. Además, critica la ineficiencia del Estado para resolver problemas básicos, sugiriendo que los individuos, a través de la cooperación y la iniciativa privada, pueden satisfacer necesidades comunitarias sin intervención estatal, en sintonía con los principios de la economía austriaca.
Lo más seguro que este señor llamado tapa huecos está haciéndose pasar por un ciudadano que desinteresadamente busca ayudar al pueblo de Guatemala, pero este chiste se cuenta solo, ya lo veremos en las próximas elecciones como un candidato más buscando salir de pobre .
Saludos Dr.
Viviana Villagran
Es muy interesante hablar de este tema sobre esta persona, pero que hubiese pasado si él en ningún momento hubiera enseñado que él era quien tapaba los baches, si lo hubiese hecho de una manera sin tener que grabarse haciéndolo, será que las demás personas hubiesen copiado lo que él hacía,O bien cual era el fin realmente de hacerlo público, muchas personas ayudan de diferentes maneras y en diferentes áreas de nuestro país que no lo hacen para que los vean
Personalmente este señor no es de mi agrado, no tardará en postularse para candidato y busca lo mismo de todo los políticos, beneficios económicos, si de verdad lo hace de corazón para el pueblo está muy bien y lo bueno que se hace regresa en abundancia toca que agradecer lo de las calles por nuestros vehículos por tapar huecos, debería de hacerlo sin mostrar tanta cosa por vistas.
Es interesante como con una experiencia o con una situacion que vemos a diario en nuestro pais se puede poner en practica las premisas, y probablemente la gente empezo a imitar a aaron por la fama que tuvo pero si nos beneficia enhorabuena, y vemos el claro ejemplo de la mano invisible, todos contribuyen para un mismo objetivo que al final nos beneficia