Por Juan Carlos Luna
A finales del año pasado, la administración del presidente Bernardo Arévalo, por aparente solicitud del diputado Samuel Pérez Álvarez, en una medida puramente populista y dañina para toda la población, decretó el aumento al salario mínimo en un 10%. En un principio cualquier desconocedor en materia económica podría decir que es un gran logro y una gran ayuda para muchos guatemaltecos, pero en realidad lo que el aumento salarial genera a mediano y largo plazo es un gran daño a la economía en general, debido a que, como siempre ocurre, la manipulación del mercado produce efectos contrarios a los esperados.
Para tratar de explicarlo, como siempre, pondré ejemplos sencillos, con números comprensibles para la realidad de la gran mayoría de nosotros. Estos ejemplos son de fácil comprensión para cualquier persona que tenga un emprendimiento por pequeño que sea y también para quienes viven en el día a día. No obstante, para las personas que nunca han creado nada y que siempre han vivido parasitando, estos ejemplos podrían resultar complicados y hasta confusos (entiéndase para los diputados del extinto movimiento Semilla y, especialmente, el diputado Samuel Pérez Álvarez).
Veamos, pues, nuestros ejemplos. Primero debemos comprender que los precios en un mercado libre de intervención se forman especialmente con arreglo a dos variantes: por un lado, los costos de producción; y por otro lado, los precios de la competencia. Esto quiere decir que un empresario muy difícilmente podrá vender más de un producto —por muy bueno que este sea— respecto a otro producto similar y de menor precio que, a fin de cuentas, cumpla con los mismos o similares fines de satisfacción.
Por ejemplo, pensemos en el caso de la carne de salmón respecto a otras carnes. Tomemos en cuenta que la carne de salmón tendrá muy poca aceptación en el mercado general si su precio es muy alto, sobre todo si consideramos que también podemos contar con otro satisfactor proteico animal con mucho mejor precio, como por ejemplo, el pollo. Por lo tanto, cuando en un libre mercado la carne de salmón es demasiado cara, la demanda de proteína puede ser satisfecha por otro producto de similar calidad y características nutritivas. Hasta acá todo está claro.
Ahora bien, lo que muchos no son capaces de ver es que el incremento del 10% al salario mínimo también afectará directamente al precio de todos los productos de consumo —para el caso de este ejemplo, tanto del salmón como del pollo— en un porcentaje proporcional al incremento. Digamos que este porcentaje proporcional es del 1%: eso quiere decir que si el pollo a precio de minorista costaba aproximadamente Q27.83 por libra, a partir de ahora, con el incremento, costará Q28.11. Y claro: eso suponiendo que el empresario solamente tuviera que ajustar el 10% en concepto de salario mensual a sus trabajadores, pero lo cierto es que deberá ajustar un mínimo de 40%, dado que a ese incremento del 10% de salario habría que sumarle el 10% correspondiente al Bono 14 y el 10% correspondiente al aguinaldo.
Y todos esos incrementos tendrán que ser trasladados a alguien: ¿y a quién cree usted que le tocará pagar eso? Por supuesto: a nosotros cuando compremos pollo, salmón o cualquier otro producto, pues a la inflación le da igual nuestras elecciones de consumo.
Es por ello que la intervención del mercado siempre generará incremento en los precios. Y lamentablemente esa intervención, aunque aparente ser buena, siempre provocará un daño silencioso e imperceptible a los más desafortunados, dado que ellos, al ser el último eslabón de la cadena económica, son los que no pueden trasladar a alguien más el costo del alza de los precios, por lo que serán los que terminarán pagando los incrementos de todos. Los más pobres siempre son los primeros que sienten la subida de los precios.
Pero esta es la primera razón del incremento en los precios. Pronto veremos la segunda.
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