La solidaridad de la izquierda internacional y el cómplice silencio cobarde de la izquierda guatemalteca hacia Cuba
En la madrugada del 1 de enero de 1959, la Revolución cubana, encabezada por Fidel Castro Ruz, Camilo Cienfuegos y Ernesto “Che” Guevara, tomaron La Habana para instaurar el primer régimen comunista de Latinoamérica, derrocando del poder a Fulgencio Batista, el anterior dictador. La Revolución cubana buscaba la libertad de la opresión del gobierno de Batista, pero toda la lucha fue únicamente para instaurar otra dictadura. Una peor, de hecho, y que al día de hoy lleva más de 60 años de hundir en la pobreza y la miseria al pueblo cubano.
Al grito de “¡Viva la revolución socialista, patria o muerte!”, los jóvenes cubanos son adoctrinados en los mensajes que la máquina revolucionaria ha incrustado en las débiles mentes de una sociedad que ha vivido oprimida durante décadas, maniatando la autodeterminación de un pueblo que hoy lo único que exige es ser lo que nunca antes pudo ser con las glorias de la Revolución: seres humanos libres.
La izquierda internacional muestra su solidaridad al gobierno cubano y condena al grupo de insurrectos que osan alzar la voz en contra de la ya de por sí asqueante dictadura de los Castro, hoy en manos de un individuo —con pocas más luces que un australopithecus afarensis— llamado Miguel Díaz-Canel, quien durante su alocución en Telesur dijo que los manifestantes eran un grupo pequeño compuesto por personas con necesidades (lo cual es irónico, dado que en Cuba por lo menos el 90% de ciudadanos tienen carencias y necesidades, pero según Diaz-Canel solo fue un grupo de personas) y por algunos “revolucionarios confundidos”. Ambos grupos, decía el presidente, manifestaban por cosas diferentes.
Diaz - Canel continúo manifestando que un grupo de manipuladores aprovechó la situación para infiltrar mensajes desestabilizadores y contrarrevolucionarios, tales como “SOS MATANZAS” y “SOS CUBA”, y le pidió a las personas que no salgan, que lo mejor es quedarse en casa para evitar confrontaciones y crímenes en contra de la Revolución (crímenes que, por cierto, solo el gobierno ha cometido).
Ahora nadie desconoce lo que sucede hoy día en la isla caribeña, pero curiosamente los cobardes izquierdistas de Guatemala hoy no dicen nada. Sí: los mismos que siempre se manifestaron en favor de la Revolución cubana y especialmente alabaron siempre a Fidel y al Che, resulta que ahora no dicen nada.
Vemos claramente cómo la dictadura ha amenazado a los manifestantes utilizando toda la fuerza del Estado para acallar las voces en contra del régimen. Siempre ha sido un delito —pero hoy aún más— hablar en contra de la Revolución y en contra del Partido Comunista de Cuba. Nunca se ha podido manifestar ni decir nada. Si dices algo, si piensas algo contrario al gobierno, eres un traidor a la causa revolucionaria.
Díaz-Canel insiste en decir que las calles son de los revolucionarios y que el gobierno y el Partido Comunista de Cuba no son los responsables de la desgracia que han vivido los cubanos durante más de 60 años, sino los Estados Unidos, a causa del embargo económico hacia la isla que entró en vigencia hace décadas.
Los ignorantes ilustrados defensores del comunismo cubano en Guatemala están escondidos como ratas, viendo desde sus madrigueras cómo se derrumba el castillo de arena que con tanta ilusión construyeron en las playas de Varadero.
Díaz-Canel finaliza su mensaje diciendo que “hay muchos revolucionarios dispuestos a dar la vida”. A ver si él es uno de ellos cuando el pueblo llegue a las puertas del Palacio de la Revolución.
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